chocolate a la taza

Chocolate caliente: dónde, cuándo y cómo nació

curiosidades del café

Algunas personas prefieren el café dulce al café amargo, otras disfrutan más bebiendo roiboos que bebiendo té… En cambio, hay una cosa en la que la mayoría de nosotros coincidimos: ¡a todos y a todas nos encanta el chocolate caliente! ?

Pero… ¿cuántos detalles conocemos sobre la aparición del chocolate a la taza? ¡Veamos qué secretos guarda la historia del chocolate caliente!

¿Quiénes fueron los primeros en beber chocolate caliente?

Todo apunta a que los primeros en preparar chocolate caliente fueron los mayas. De hecho, esta civilización dejó escritas unas instrucciones para su elaboración en un fragmento recogido en el Códice de Madrid (que todavía se conserva en el Museo de América de la misma ciudad).

Para elaborar el chocolate caliente, los mayas (y posteriormente los aztecas, herederos de esta rica costumbre) seguían los siguientes pasos:

  1. Primero molían las habas de cacao hasta convertirlas en polvo.
  2. Posteriormente se aplastaba maíz o semillas y se añadían al cacao en polvo.
  3. Después, el contenido anterior se mezclaba con agua fría y se removía hasta conseguir espuma.

Curioso, ¿verdad? ¡Y hasta divino! Porque los aztecas pensaban que las semillas de cacao eran la materialización del mismísimo Quetzalcóatl: dios de la vida, la luz, la fertilidad y el conocimiento. De hecho, esta civilización incluso utilizaba las almendras de la planta de cacao como moneda de cambio.

Hay que decir que el exótico chocolate caliente preparado por los aztecas (el xocolatl) y que inspiró el chocolate a la taza actual tenía muy poco que ver con este último. Además de elaborarse con una alta concentración de granos de cacao, los aztecas incorporaban asimismo chile y hongos alucinógenos. Aunque lo consumían a diario, el xocolatl también tenía un protagonismo especial en ritos ceremoniales.

¿Cuál fue el primer contacto de un español con el cacao?

Aunque el papel de España fue crucial para la difusión del chocolate por toda Europa, la toma inicial de contacto del país con el cacao pasó de lo más desapercibida. Se dice que Cristóbal Colón y su tripulación se hicieron con las primeras semillas de cacao en el año 1502, durante su cuarto viaje al Nuevo Mundo.

Al parecer, interceptaron una embarcación maya cargada con almendras de árbol del cacao que, inicialmente, no llamaron en absoluto su atención. Finalmente, el conquistador Hernán Cortés se encargó de presentar estas semillas a Carlos I de España y, poco a poco, la aceptación del cacao fue en aumento, alcanzando incluso precios muy elevados.

Sin embargo, no faltaron los que al probar el cacao o chocolate bebido por primera vez experimentaron una especie de rechazo porque les dejaba los labios manchados de un color parecido al de la sangre. El sabor entre amargo y picante (por el uso de especias) también fue difícil de asimilar para algunos.

¿Cómo se popularizó el consumo de chocolate caliente en España y Europa?

Después de que el cacao se introdujese en la monarquía, los monjes asumieron un papel muy relevante en la popularización del chocolate caliente. No solo difundieron su consumo de monasterio en monasterio sino que, además, investigaron nuevas fórmulas de elaboración: añadiendo canela, anís, etcétera.

Los monjes de la orden cisterciense comenzaron así a ser conocidos como excelentes chocolateros, mientras que los jesuitas vieron desde el principio con cierta desconfianza el consumo del chocolate a la taza: para empezar, porque decían que este no congeniaba con la vida austera que debían llevar y porque, a mayores, consideraban que el chocolate bebido infringía su práctica del ayuno.

En el siglo XVII, en cambio, el cardenal François Marie Brancaccio terminó el debate aclarando que el líquido no infringía el ayuno. En el mismo siglo, el chocolate a la taza saltó de los monasterios a las casas de los aristócratas.

Los nobles también son figuras muy importantes de la historia del chocolate caliente ya que convirtieron las meriendas con chocolate a la taza en un ritual. Durante el invierno, los anfitriones ofrecían a sus visitantes chocolate con dulces, bizcochos o frutas confitadas; en verano, el chocolate se acompañaba con un vaso de helado.

La llegada del chocolate a la taza a Versalles

Y precisamente fue gracias a esta costumbre bastante arraigada en España de merendar e incluso desayunar chocolate caliente como esta bebida se coló asimismo en la monarquía francesa. Esto ocurrió gracias al matrimonio entre Ana de Austria y Luis XIII de Francia, en el siglo XVII.

La monarca, nacida en España, era una gran amante de esta bebida y la introdujo sin pestañear en las rutinas de Versalles. Tiempo después, su sobrina María Teresa de Austria (casada con el francés Luis XIV) afianzó incluso más el consumo de chocolate caliente en Francia al tomarlo de manera habitual en el mismo palacio.

¿Cuándo se asentó por completo el consumo de chocolate caliente en España?

Cuando la Casa de Borbón (casa real de origen francés) llegó a España, sus monarcas ya eran unos grandes aficionados al chocolate caliente. De hecho, el rey Carlos III llevó a cabo unas medidas en el siglo XVIII que favorecieron el consumo de chocolate en el país.

Gracias a sus negociaciones, consiguió un intercambio exclusivo y monopolístico entre Madrid y Venezuela. El chocolate pasó así a ser un producto de lo más habitual en las tiendas de ultramarinos. Durante el siglo XIX, en plena Revolución Industrial, se abarató mucho la producción de la pasta de cacao (antes preparada de manera artesanal por un molendero sobre una piedra curva).

De todos modos, esta fue una época también cada vez mejor para el té y el café, bebidas que durante un buen tiempo lograron desplazar al chocolate, muy vinculado a la fiesta y a la gente a la que le gustaba trasnochar. Nunca te acostarás sin saber una cosa más, ¡eh! ¡En este caso, unas cuantas!

¿Lo celebramos con un chocolate caliente? ? ¡Hace poquito hablamos de cinco recetas chocolateras exquisitas en este mismo blog!

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